Mi hijo se está portando mal en la escuela: ¿qué hago? 

Noticias de última hora: los niños a veces se portan mal. En ocasiones, se portan bastante mal. Las acciones inoportunas o equivocadas son típicas de los jóvenes que están aprendiendo a manejar una oleada de nuevas experiencias, pensamientos y sentimientos. Pero cuando estas acciones incómodas empiezan a parecerse más a conductas de mal comportamiento -especialmente en la escuela-, puede que sea el momento de abordarlas. Pero, cómo? 

Nos sentamos con Erica Edewaard, LCSW, directora del programa Skyline Academy (Academia Skyline), para que nos de algunas ideas y consejos. Si su hijo se está portando mal en la escuela y usted se está preguntando qué es lo siguiente que debe hacer, siga leyendo. 

¿Qué significa “portarse mal” en la escuela? 

El portarse mal es algo diferente para cada alumno, dependiendo de la edad, el curso, el temperamento y muchos otros factores. Para algunos, dicho comportamiento puede ser “grave” – interrumpir la clase, comportarse de forma agresiva con otros alumnos o con el personal, interferir con la capacidad de otros alumnos para que se concentren en el aprendizaje – mientras que, para otros, puede consistir en un montón de cosas pequeñas que se van acumulando. Puede presentarse en forma de “resistencia pasiva”, es decir, negarse a cumplir con exigencias básicas en la escuela o en casa. 

“Si usted observa que las calificaciones de su hijo están empeorando, o que llega a casa con aspecto triste o retraído, puede ser una señal sutil de que algo no va del todo bien”, explica Edewaard. Estas señales silenciosas pueden pasar más desapercibidas que los comportamientos más llamativos. 

También puede repercutir en otros ámbitos de la vida del niño. “La mayoría de las veces, su comportamiento no se limitará al ámbito académico”, afirma Edewaard. “A menudo se va a extender a los clubes, los deportes, las amistades y la vida familiar”. 

¿Cuáles son algunas de las causas? 

Normalmente, cuando un estudiante se comporta mal, hay algo con lo que está lidiando internamente. Puede ser que tenga problemas con una emoción en particular, la cual puede ser nueva para él. “Hoy en día, muchos estudiantes tienen problemas de ansiedad social, de rendimiento o un sentimiento general de imperfección”, explica Edewaard. Se ha demostrado que las redes sociales, aunque aporten algún beneficio (providing some benefits), también contribuyen a agravar esta situación (contribute to this experience). 

Cuando los niños cuentan con las habilidades necesarias para enfrentarse a estas emociones, incluida la ansiedad, es posible que sean capaces de superarlas sin llegar a portarse mal; sin embargo, muchos niños de esta edad todavía están aprendiendo a desenvolverse en un entorno emocional que cambia constantemente y, por lo tanto, es posible que todavía no estén equipados para afrontar todas las experiencias. 

“Cuando los niños no saben cómo manejarlo, van a hacer todo lo posible para regularse y hacer que esos sentimientos no deseados desaparezcan”, dijo Edewaard. “A veces estos comportamientos son útiles y saludables; otras veces no son saludables, pero pueden estar aportando un beneficio a corto plazo: mientras alivie la ansiedad en el momento, les está beneficiando”. 

Otra causa habitual del mal comportamiento gira en torno a la evitación. Edewaard explicó: “Muchas veces, cuando los niños intentan evitar el trabajo académico no tiene nada que ver con que sean perezosos; suele ser porque tienen alguna dificultad con el aprendizaje en una materia o en un entorno concreto”. 

¿Qué pueden hacer los padres? 

Uno de los primeros pasos consiste en observar lo que ocurre: cuáles son los comportamientos, cuándo y dónde se producen, y qué impacto tienen. Los deberes nos pueden servir de indicador. “Es raro que un alumno no tenga deberes, así que si dice que no los tiene puede ser señal de que los está evitando”, dice Edewaard. 

Intente también fijarse en si se han producido cambios en su círculo social: algún conflicto o tensión que pueda ser mayor de lo habitual para ellos. Sin embargo, esto puede ser difícil de evaluar para los padres, ya que muchos niños a la vez que se hacen mayores suelen mantener sus interacciones sociales más alejadas de sus padres. 

Una vez que usted haya observado el contexto y las posibles causas del comportamiento, puede intentar hablar con ellos al respecto. Tenga cuidado de no hacer acusaciones ni parecer crítico; empiece por hacer preguntas y mostrar curiosidad, pero no lo convierta en un interrogatorio. Acérquese de manera intencionada y tenga mucha paciencia. 

A veces el estudiante simplemente necesita más apoyo con su salud mental y eso es algo que puede gestionarse en colaboración con un consejero escolar o un terapeuta ambulatorio. Si esto no es suficiente, tal vez sea el momento de considerar la posibilidad de tomar medicamentos y de trabajar con un psiquiatra para ver si eso sería una buena opción. 

Si usted ve que no está progresando, póngase en contacto con la escuela para ver si puede conectarse con sus profesores, el consejero escolar o un administrador de educación especial para obtener más información y asesoramiento. 

¿Cómo pueden los padres hablar de ello con los profesores? 

“Al hablar directamente con los profesores, es importante preguntarles cuándo se produce con más frecuencia este comportamiento”, dice Edewaard. Si se puede identificar un patrón en el comportamiento, es un poco más fácil determinar por qué está sucediendo y cuál es la mejor manera de apoyar a su estudiante.  

“¿Hay alguna asignatura específica, como matemáticas o lectura, o algún momento del día en el que tiendan a portarse mal? Es bastante habitual que los niños, sobre todo los más pequeños, muestren dificultades justo antes de comer porque están ‘hambrientos’”, explica Edewaard. También puede deberse a un profesor en concreto: a lo mejor les va bien durante todo el día, menos cuando están con uno con el que no se llevan bien. 

Entonces podría ser apropiado preguntar a los profesores cómo están respondiendo en ese momento. “A veces a los niños les gusta que les presten atención: el papel de payaso de la clase es un claro ejemplo”, dice Edewaard. “ Para bien o para mal, van a llamar la atención: sus compañeros se ríen, el profesor dirige toda su atención hacia ellos”. Colaborar con los profesores es fundamental para tratar de frenar los malos comportamientos. 

¿Cuáles son los próximos pasos para conseguir más apoyo? 

Solicite que su hijo sea evaluado para un Plan de Educación Individualizado (IEP por sus siglas en inglés). El IEP de cada estudiante describe cómo la escuela va a abordar cómo satisfacer las necesidades del estudiante, incluyendo qué herramientas y apoyos necesita el estudiante para tener éxito en la escuela. 

Muchas escuelas tienen a alguien especializado en la gestión del comportamiento, como un Analista del Comportamiento Certificado por un Comité (BCBA por sus siglas en inglés). Estos profesionales pueden ayudar a evaluar en qué consiste el comportamiento problemático de un niño y elaborar un plan de intervención conductual (BIP, por sus siglas en inglés). 

En última instancia, si el estudiante sigue teniendo dificultades – por ejemplo, si se observa un ligero avance, pero no el suficiente -, entonces es cuando hay que plantearse las preguntas más importantes: qué está ocurriendo en el sistema escolar y si la escuela es capaz de satisfacer las necesidades del estudiante. “Es una conversación muy difícil de mantener porque ningún profesor o profesional de la escuela quiere dar la impresión de que se ha rendido”, explica Edewaard. “La realidad es que cada uno hace lo mejor que puede”. 

El siguiente paso puede ser buscar ayuda fuera del distrito escolar, por ejemplo, mediante un centro escolar especializado. A veces denominadas escuelas separadas o programas de tratamiento diurno, estas escuelas ofrecen un nivel adicional de apoyo especializado con profesionales formados para trabajar con alumnos que no han tenido éxito en un entorno escolar convencional. 

¿Qué hace que Skyline Academy sea única? 

En Colorado hay unas cuantas escuelas de tratamiento diurno, entre ellas Skyline Academy en WellPower. Aparte del hecho de que se encuentra en el galardonado campus Dahlia para la salud y el bienestar de WellPower, Skyline Academy es un poco más pequeña que otras escuelas. Con un máximo de 24 estudiantes, Skyline es capaz de ofrecer una atención mucho más individualizada para los estudiantes entre 1º y 8º grado. Esto no sólo se aplica a lo académico, sino también en cuanto a las relaciones: los profesores y terapeutas pueden crear relaciones profundas con cada alumno.  

“A veces recibimos una remisión a través del IEP de un estudiante y puedo ver claramente que este niño está en un entorno demasiado grande y se está ahogando, que socialmente es demasiado para él y no sabe cómo navegarlo, y eso es lo que está influyendo en sus problemas de comportamiento”, dijo Edewaard. “Así que el mero hecho de venir a Skyline y encontrarse en ese entorno más pequeño tiene un impacto drástico en la reducción de los malos comportamientos. No tienen que navegar por una escuela enorme ni competir por la atención del personal. Así que para muchos de nuestros estudiantes el simple hecho de cambiar de entorno tiene un impacto positivo”. 

Para más información sobre la Academia Skyline de WellPower, visite wellpower.org/skyline-academy o llámenos al (303) 300-6270.